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Chile elige el próximo domingo entre dos visiones opuestas de país: la del diputado izquierdista Gabriel Boric, que propone un Estado que garantice derechos universales básicos, y el abogado de extrema derecha José Antonio Kast, que busca restaurar el orden sin tocar el modelo de libre mercado.

Boric (35) y Kast (55) presentan propuestas antagónicas para los 19 millones de habitantes de Chile, un país con fuertes desigualdades cuya sociedad no se ha polarizado ante los comicios, según sostienen varios analistas.

En la primera vuelta del 21 de noviembre, "ambos candidatos sumaron un 54%, pero un 46% de los electores votó por los otros candidatos, por lo tanto (Boric y Kast) se vieron en la obligación de avanzar hacia votantes mucho más moderados o de centro", sostuvo a la AFP el analista electoral Mauricio Morales, académico de la Universidad de Talca.

El reclamo por un cambio del rumbo político, económico y social ha movilizado a los chilenos, particularmente desde la revuelta social de octubre de 2019. Desde entonces se instaló el lema "no eran 30 pesos, eran 30 años", en referencia a que no fue el aumento del pasaje del metro el detonante de las protestas, sino las tres décadas en las que la desigualdad social ha aumentado de la mano del crecimiento económico.

Pero en la campaña para el balotaje ocurrió lo que Morales calificó irónicamente de "milagro". Ambos candidatos tuvieron que "modificar sus programas de gobierno, llevándolos incluso a ambos a valorar los últimos 30 años de gobiernos democráticos".

La mitad de los electores chilenos se dice indeciso de cara al balotaje, prácticamente el mismo porcentaje (53%) de personas que no ejercieron en la primera vuelta su derecho a voto, voluntario desde 2012.

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"Esto hace que esa sea la gran incógnita para el próximo domingo. Cuántos indecisos que no votaron en la primera vuelta van a salir esta vez. Eso hace que estemos ante un final imprevisible", advierte Claudio Fuentes, politólogo y profesor de la Universidad Diego Portales.

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Desencantados y asustados


El desencanto con los políticos y sus partidos en Chile es un reflejo más del derrumbe de la confianza en todas sus instituciones, factor que ha alejado a los electores.

Pero además, según apuntan líderes de opinión y sociólogos, la elección del domingo resucitó un clima de plebiscito similar al de 1988, cuando la ciudadanía tuvo que votar Sí o No a la continuidad del dictador Augusto Pinochet (1973-1990).

Kast fue parte visible del Sí; la familia Boric, hizo campaña por el no. La ciudadanía votó por librarse del régimen militar.

"Una participación muy baja (como la actual) también refleja una especie de desencanto o disgusto con la política y las opciones disponibles", apuntó a la AFP Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, en Washington.

"La gente no está tan polarizada como las dos opciones políticas", agrega Shifter, al enumerar los temas que mueven a una mayoría: extender derechos sociales y hacer reformas para mejorar la educación y la salud, "pero también quieren orden y lidiar con la delincuencia".

El analista considera que "no son ideas contradictorias", pero los dos candidatos impulsaron estas propuestas como si fueran temas de un bando u otro.

"Hay mucha desinformación, muchas exageraciones, como que Boric es otro Chávez (...) al final la mayoría de los chilenos que voten el 19 de diciembre lo hará por miedo al otro. Porque no quieren un Chile más derechista o porque tienen miedo de que Boric vaya a ser controlado por el partido comunista y se convierta en otra Venezuela", dijo.

En esta segunda vuelta el tema de "la paz y el orden" caló hondo en la opinión pública. Una parte de la sociedad reprochó a Boric haber apoyado una ley para indultar a los detenidos durante los disturbios de 2019 bajo el argumento de que son "presos políticos".

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Pinocho y las mentiras


Kast, del Frente Social Cristiano, ganó en noviembre con 27,91% de los votos; Boric, del Pacto Apruebo Dignidad, del que forma parte el Partido Comunista, obtuvo 25,83%.

Pero ante el hecho de que solo el 47% de los 15 millones de electores acudieran a las urnas, ambos optaron por virar hacia el centro y cambiar los puntos más radicales de sus programas en política fiscal, fondos de pensiones e igualdad de género.

La prohibición de encuestas 15 días antes de las elecciones abrió la puerta a las especulaciones sobre el resultado de los comicios.

En los últimos días, se han disparado los ataques personales contra los candidatos, sobre todo contra Boric, en las redes sociales.

"Hay campañas que realmente parecen hechas por Pinocho. Por eso, te invitamos a chequear siempre la información, a no dejar que te cuenten cuentos, que la verdad le gane a la mentira", dijo el último anuncio de Boric.

José Antonio Kast. AFP

Kast, el ultraderechista que reivindica a Pinochet y promete "un futuro en paz" en Chile


"Te invito a que te atrevas por un futuro en paz", propuso en su campaña para el balotaje de este domingo el ultraderechista José Antonio Kast, quien asegura que restablecerá el orden perdido en Chile.

Admirador de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), es contrario al aborto y al matrimonio igualitario. Kast, de 55 años, es un devoto católico, está casado y tiene nueve hijos.

"¿Dicen que soy extremo, pero extremo en qué?", se preguntó en campaña el candidato, que muy pocas veces pierde la compostura y mantiene siempre una sonrisa imperturbable pese a las críticas o los ataques que recibe.

En política hace más de dos décadas, en esta segunda oportunidad que se presenta a las presidenciales disputará el balotaje frente al diputado izquierdista, Gabriel Boric, 20 años más joven que él y parte de una nueva generación de políticos que emergió de las protestas estudiantiles de 2011.

En la primera vuelta, Kast obtuvo el primer lugar entre siete candidatos, con el 27,9% de los votos.

"No me traten de ultraderecha porque no lo soy. Espero que me califiquen como un candidato del sentido común", afirmó Kast, que para la segunda vuelta rediseñó su programa de gobierno, el que inicialmente incluía derogar la ley de aborto terapéutico y expulsar del país a la sede de la Universidad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).

Para el balotaje aseguró que no impulsará el fin de la ley de aborto, aprobada en 2017, ni que cerrará las oficinas de la Flacso, aunque sí terminará con sus excepciones tributarias. Dio marcha atrás también a su intención de eliminar el Ministerio de la Mujer.

Mantuvo, no obstante, su postura de construir una zanja en la frontera norte para evitar el paso de migrantes irregulares, y la de permitir detener a personas en lugares distintos a las cárceles durante un Estado de excepción y de desordenes extremos, como los que vivió Chile a partir del 18 del octubre de 2019.

No me traten de ultraderecha porque no lo soy. Espero que me califiquen como un candidato del sentido común... Te invito a que te atrevas por un futuro en paz”. José Antonio Kast, candidato de derecha del Frente Social Cristiano.



Familia conservadora


Abogado por la Universidad Católica, está casado hace 31 años con María Pía Adriasola, con quien comparte profesión. En una entrevista del año 2017 al diario El Mercurio, Adriasola describe las dificultades de los primeros años de matrimonio, principalmente por el "hermetismo" de su esposo y la prohibición que le impuso de tomar pastillas anticonceptivas.

"Teníamos dos guaguas (bebés) y yo quería parar un rato. Fui a un doctor que me dio pastillas anticonceptivas. Cuando llegué a la casa, le dije a mi marido: "Ya, esto es lo que tenemos que hacer". Y él me dijo: "¿Estás loca? No se puede"', relató Adriasola, agregando que luego de ese episodio pidieron el consejo de un cura y usaron métodos naturales y preservativos.

Kast y su familia son miembros activos del movimiento católico conservador Schoenstatt.

Su esposa le compone canciones de amor y de unión familiar. La pareja las canta junto a sus hijos, criados en la localidad agrícola de Paine, en las afueras de Santiago, donde el padre de Kast llegó en 1950 desde Alemania, país en el que fue soldado de ejército nazi.

Desde allí el padre del candidato levantó un imperio gracias a la elaboración de embutidos y de la cadena de restaurantes "Bavaria".

Agrupaciones de derechos humanos denuncian que familiares de Kast colaboraron en la detención de opositores en Paine durante la dictadura Pinochet.

Ala dura de la derecha


Kast militó por 20 años en el partido ultraconservador Unión Demócrata Independiente (UDI), que abandonó en 2016 para crear en 2019 el Partido Republicano, con ideas aún más conservadoras.

En su primera campaña presidencial, en 2017, alcanzó el cuarto lugar, con 7,93% de los votos. Antes, fue diputado por cuatro periodos como miembro de la UDI.

Nunca ha negado su admiración por el régimen de Pinochet, que dejó más de 3.200 muertos y desaparecidos en Chile. En una entrevista, Kast dijo que si el exdictador estuviera vivo -murió hace 15 años de un infarto- y se presentara a las elecciones, votaría por su candidatura.

"Hay una situación que marca una diferencia con lo que ocurre en Cuba, Venezuela y Nicaragua. Creo que lo de Nicaragua refleja plenamente lo que en Chile no ocurrió" tras la caída del régimen de Pinochet, en referencia a la detención de opositores en las recientes elecciones en el país centroamericano: "Eso marca la diferencia fundamental", expuso Kast en una rueda de prensa antes de la primera vuelta.

Desde su punto de vista, la Constitución que en 1980 se promulgó durante el régimen de Pinochet "contenía toda la transición a la democracia" y el gobierno militar entregó el poder tras un plebiscito. "Díganme ustedes, ¿qué dictadura ha hecho eso?".

Gabriel Boric, candidato izquierdista. AFP

Boric, de líder estudiantil a un paso de convertirse en el presidente más joven de Chile


El diputado izquierdista chileno Gabriel Boric descartaba de plano hace un poco más de un año una candidatura presidencial. Reconocía carecer de "la experiencia necesaria". Pero este domingo disputará el balotaje presidencial respaldado por toda la izquierda chilena.

"Queremos avanzar hacia un Estado de bienestar. El título que le pongan no me preocupa. Si es socialdemócrata, en buena hora", afirmó Boric el martes en su último debate frente a su rival de extremaderecha, José Antonio Kast, al final de una campaña centrada en polémicas y acusaciones más que en los programas de los candidatos.

Con 35 años, la edad mínima para postular a la presidencia de Chile, Boric dejó atrás los temores expresados en septiembre de 2020 y en mayo pasado se lanzó a recoger firmas para inscribir su candidatura presidencial y competir en las primarias de la coalición "Apruebo dignidad", que reúne al Frente Amplio y al Partido Comunista.

Sorpresivamente, se impuso al candidato comunista Daniel Jadue, favorito en las encuestas, y en la primera vuelta del pasado 21 de noviembre consiguió el segundo lugar con el 25,8% de los votos.

Sin embargo, su rival Kast, así como la militancia de derecha y parte de los democristianos, ha expresado sin cesar su temor a que Boric imponga la visión del Partido Comunista, uno de los partidos conforman la coalición de izquierda que respalda a Boric. "No queremos que sea como Cuba o Venezuela", ha repetido Kast.

Queremos avanzar hacia un Estado de bienestar. El título que le pongan no me preocupa. Si es socialdemócrata, en buena hora”. Gabriel Boric, candidato de Izquierda Pacto Apruebo Dignidad,



Partir desde atrás


Aunque dice que le "queda mucho por aprender", asegura que quiere nutrirse de la "experiencia" de antiguos mandatarios a los que tanto criticó cuando era dirigente estudiantil y diputado, entre ellos los socialistas Ricardo Lagos (2000-2006) y Michelle Bachelet (2006-2010; 2014-2018). Ambos le dieron un espaldarazo sin fisuras en las últimas semanas.

Boric no teme cambiar de rumbo. En estos casi siete meses de campaña ha modificado su discurso de chico rebelde que lideró las protestas estudiantiles de 2011 exigiendo "educación pública, gratuita y de calidad", al de un socialdemócrata.

"Yo diría que su honestidad y transparencia, su apertura al diálogo, son dos de las mayores virtudes de Gabriel, y eso en un próximo presidente para Chile es crucial", resaltó su hermano Simón Boric, periodista de 33 años en declaraciones a la AFP.

Su transformación política va de la mano de un cambio de apariencia.

Queda poco del joven barbudo y despeinado que lideró la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) y que en 2014, cuando tenía 27 años, asumió un primer mandato de diputado. Hoy viste de chaqueta y camisa, con el pelo más corto, la barba ordenada y lentes.

"Lo hicimos cuando luchamos por la educación, y no nos creían. Lo hicimos cuando rompimos el (antiguo sistema electoral) binominal, con la junta de firmas (para presentar su candidatura), con las primarias y no me cabe ninguna duda de que lo vamos a hacer para la segunda vuelta con unidad", dijo en su discurso tras conocerse los resultados de la primera vuelta.

Garantizar derechos


Boric nació en la austral ciudad de Punta Arenas, 3.000 km al sur de Santiago, en el seno de una familia de clase media de bisabuelos croatas y catalanes. Es el mayor de tres hermanos y emigró a Santiago para estudiar derecho en la Universidad de Chile, pero aún no se ha titulado.

En la campaña del balotaje pidió que "la esperanza le gane al miedo" frente a las críticas recibidas que lo tildan de "extremo" por su alianza con los comunistas.

Lector ávido, dice que le relaja la poesía y la historia.

Soltero y sin hijos, está en pareja hace casi tres años con la cientista política Irina Karamanos.

Sus detractores le reprochan su falta de experiencia para liderar un gobierno y sus posturas más extremas del pasado, por las cuales ha pedido perdón o ha declarado que fueron un error.

"Nuestra generación irrumpe en política el 2011 despercudiéndose un poco de los miedos que había generado la dictadura y los pactos de la transición", dijo en una entrevista con AFP antes de la primera vuelta.

Aludió así a la Concertación, coalición de centro-izquierda que desde 1990 gobernó buena parte de los 31 años de democracia, y que hoy yace desintegrada y desprestigiada como reflejo de la gran crisis de confianza institucional, pero que en segunda vuelta se cuadró detrás de su figura.

Si llega a ser presidente quiere "asegurar un estado de bienestar para que todos tengan los mismos derechos, sin importar cuánta plata tienen en la billetera".

"Si Chile fue la cuna del neoliberalismo en Latinoamérica, también será su tumba", expresó en su proclamación como candidato.